Tánatos y Eros en abril

Frontera. Fronteras (Brasil – Uruguay; Universidad – sociedad; Extensión – investigación). Fronteras porque somos migrantes subjetivos, siempre hay un paso más que dar, una línea verde absurda que marca lo que empieza cuando ya ha empezado. Frontera es el lugar donde algo empieza.

Transformación. ¿De qué? Si tenemos la formación. ¿Qué es la Universidad sino la formación de los universitarios que son la producción de la propia Universidad? Qué estudiante de psicología queremos es la pregunta más gastada de nuestra facultad. Mucha veces enunciada con la misma tristeza que su formulación conlleva. Es una pregunta que al ser dicha muere de ceguera. Porque no ve que el estudiante y el docente que quiere ya está aquí, ya estamos aquí, y hay tantos más por allí. Quizá el encuentro no ha sucedido.

No pensemos un ideal entonces sino una disposición. Una disposición para el encuentro han sido estos encuentros en abril. Y aquí estamos. Y somos la Universidad y en el modo de habitar esto que somos o que estamos siendo está el modo en cómo producimos Universidad.

¿Quiénes somos, qué soy, quienes estamos siendo, qué estoy siendo, quién soy tu? He ahí la pregunta ética por excelencia, la única pregunta realmente ética. Pregunta frontera, pregunta que se escribe con tinta verde. Pregunta absurda, como toda buena pregunta, pregunta de niño, pesquisador entusiasta.

¿Quién soy y cuáles son mis violencias? Sabiendo ya nuestro acontecer éxtimo, sabiendo que somos ya mil millones de formas institucionales y sus violencias. Nuestras violencias históricas y sociales.

Por eso la importancia del Maestre Ignorante. No solo porque el alumno aprende lo que él mismo no sabe, sino, fundamentalmente, porque el maestre ignorante acompaña al estudiante en la responsabilidad de saberse ignorante. Sostener la ignorancia es nuestra necesidad. Nuestra crisis, es decir, nuestra liberación, es que la verdad cayó. Y esto es un cliché. Quizá mejor sería decir que aquellas instituciones encargadas de producir los sujetos adecuados para nuestras verdades institucionales, ya no los producen. O los producen sí, pero multiplicándolos. Y esa multiplicación es de nosotros mismos y entonces no sabemos responder, siendo que habitamos una institución del saber. O de lo poco que sabemos por momentos (sino casi siempre) parece oponerse a los pilares que sostienen tantas vidas cotidianas (personales, institucionales).

Entonces ¿qué sucede cuando uno mismo es el desfasaje institucional? Pero no lo somos. Somos parte de esto. Porque sentirse ajeno a lo que también va con uno, a lo que se mueve cuando uno se mueve, a las fronteras que transporta consigo, es también un acto de violencia institucional. Por eso siempre la importancia de la pregunta ¿quién soy, quiénes estamos siendo, cuáles son, en definitiva, nuestros colectivos y cuál será nuestra nueva fuga?

Ignorancia, porque hasta que no tomamos contacto no sabemos nada. Solo podemos tomar posicionamiento para el contacto, posición de contacto: posicionamiento de exposición, es decir, abrir fronteras en una práctica política de producción de posibilidades.

Que esta pregunta por quiénes somos haya atravesado nuestros encuentros quizá nos está mostrando una fuerza que produce nuestras formas, en el encierro, en la pobreza, en la locura, en la clínica. Esta fuerza ética, esta fibra desnaturalizante avanza y compone como la fibra musical que también somos. Prácticas estéticas que devienen políticas, prácticas políticas que devienen estéticas. En el centro lo inconforme, lo irrepresentable, lo que fuga: prácticas que perturban y conmueven lo instituido.

Prácticas críticas, es decir genealógicas, prácticas en el medio de mil pedidos, de demandas incesantes. De hechos que no son datos de pesquisa, sino datos de una piel que se eriza ante algunos hechos, fuertes, ya cruzada la frontera de lo tolerable y aún así, sosteniendo la pregunta clínica y afirmativa: ¿hacia dónde vamos?

Prácticas de extensión. Prácticas de formación: ¿cómo traducir un pedido en una propuesta de formación? ¿cómo traducir lo que nos convoca en una propuesta de formación? Quizá esta potencia sea otra de las fuerzas de los colectivos que hemos dialogado estos días.

Desnaturalizante para no ser tan gobernables, ni tan gobernantes. Nosotros y los otros, las otras, lxs otrxs ¿quienes son los otros? Extimos porque ex(is)timos en el cruce de lo organizacional y lo deseante, donde ya no hay frontera posible que no se imponga con muros. Desnaturalizar para no hacer lo que nos dicen que tenemos qué hacer. Pero ¿qué es lo que tenemos que hacer? ¿y quién es el que habla sino nuestros propios generales? Porque lo profesional y lo académico, la psicología y lo político, se ceban el mate en la noción de gobierno.

Abril, como el inconciente, un lugar donde acampa lo que fuga en búsqueda de prácticas de invención y de lazo: ¿hacia dónde vamos? Y si nos amamos, y nos interpretamos, y nos multiplicamos, que sea poéticamente, o sea, indeterminadamente.

Entonces, ¿por qué no nos preguntan a nosotros sobre nuestros sueños? Implicación, para dejarte envolver. Experimentac(c)ión para transformar más que nunca desde la ignorancia. Para que nuestras fronteras invisibilizadas no nos impidan embarcar en un viaje hacia el territorio del otro. Hacia el otro como territorio.

La ignorancia como timón, la implicación como barcaza, sabiendo que éxito y fracaso no son más que otra línea verde. Verde billete, verde capitalismo, de verde se pintan las oficinas de la facultad y sus pasillos. Y entonces ya no comprendemos nuestra propia universidad, a nosotros mismo en definitiva, y nos preguntamos: ¿hoy en facultad, ya nadie se pregunta qué es esto, quiénes somos? ¿nos estará siendo tan extraña nuestra universidad? Qué bueno que así sea y que Charlene y Felicia nos recuerden que no hay mayor inmanencia que la alegría.

Abril recoge el otoño que llega en marzo, naciente, y lo madura invernalmente. Nos envuelve un espíritu reflexivo. En Uruguay llegan los tiempo de cortar un queso, un salamín, prender el fuego y destapar un vino Tanat, un vino con tanatitos, que son como Tánatos pequeños, como pequeñas pulsiones de muerte, pero que sin embargo, paradójicamente, al integrarse al cuerpo, estimulan a Eros. Así son los encuentros en abril.